Carta al corazón

Querido corazón,

¿Qué? ¿Cómo lo llevas?

Hoy me acordé de ti. Lo sé, no tengo perdón... con la tregua que te he estado dando durante todo este tiempo y antepuse a la cabeza.

Estaba tumbada, en la relajación de Yoga y me dio por acercarme la mano al pecho y ¡sí!, ahí seguías tu, latiendo como siempre...

Pensé, ¿qué ritmo llevará ahora? Y me he limitado a escucharte, creo que era algo parecido a una bulería. "Un dos, un dos tres, cuantro cinco seis, siete-ocho-nueve-diez". Pero le faltaba algo, lates rápido pero débil. 

No quiero que temas, todo se arreglará, volverás a latir con fuerza, como tu sólo sabes.

El amor es lo que tiene corazón. A veces te hace padecer pinchacitos de alegría, a veces de dolor. 

Sé que hace tiempo que no te dejo hablar. Quizás debería llevarte a un confesionario. Y dejarte ahí, solo, tu ante tu confesión. Sin que la cabeza estuviera contigo, porque... sé que no te deja expresarte, que no deja que digas lo que sientes, pero no le tengas miedo, ni rabia; lo hace por ti, para que dejes de padecer.

¡Va! cuéntale a ese señor que se esconde qué sientes. De veras, que te dejo, no te juzgaré, por más crítica que sea.

Dile que sigues sintiendo, sin miedo. ¡Chíllale! todo lo que necesites, que ahí, en ese pequeño espacio donde a penas entra la luz, nadie te escucha, ni te juzga.

Si él lo considera ya rezarás tantos "ave Marías" o "padres nuestro" como crea oportuno, pero no pienses en después, ¡suéltalo ahora! Ahora es tu momento.

Tranquilo, que si hay algún Dios en algún lugar, estás más que perdonado. De hecho, no tiene nada que perdonarte. ¡Has sentido y querido! ¿Qué hay de malo en ello?

Yo... por mi parte, prometo volver a cuidarte y mimarte. Ahora mismo no puedo darte lo que necesitas 100%, porque sería como tomar cocaína, me lo pedirías otra vez en pocas horas y volverías a caer en la tentación- Y... bueno lo peor es que vete a saber si el camello ahora te vende.

Así que relájate, cálmate y siente todo lo que necesites sentir ahora. No te preocupes si no me riegas bien del todo, ya sabes que mi sangre siempre circuló por donde y como le vino en gana. En peores batallas nos hemos visto.

Y llora, tanto como necesites, yo echaré las lágrimas por ti, para que dejes de seguir encogiéndote y te quites ya ese caparazón que sólo hace que darle la espalda a las emociones

Y esas, esas sí que te gustan, que nos conocemos.

 


¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar